El verso

Me tienen harta los que van, escriben, vuelven, plasman, respiran y esgrimen sus ideas políticas.
Como si hablaran de las Sagradas Escrituras, gritan su "verdad" a los cuatro (o más) vientos, declamando -convencidos y pretendiendo convencer- cuestiones arcaicas.
Juzgan, cuestionan y minimizan a los que no piensan como ellos.

A ver, queridos, avívense: La política, como las religiones: sólo ha servido para di-vi-dir.
Nunca para sumar.
(Lo lamento Hermana Victoria, siempre lo pensé pero en el Colegio no podía decirlo)

La única política que serviría (obsérvese el condicional) sería (once again) la que piense en TODOS por igual.

Y como - hasta ahora - sólo he visto dirigentes millonarios (que se van SIEMPRE cuestionados PERO con toda la platita) manejando masas de gente empobrecida y beneficiando a los acólitos de turno, no creo que sea útil gastar tu tiempo, saliva y/o energía en ellos.
Y si así lo prefieren: no molesten a los demás.

Quizás poner el 10 % del empeño con el que defienden ideas inservibles, potenciales y teóricas desde su departamento en Barrio Norte, en ser mejores personas y ayudar a los demás... haría (...) la diferencia.

Me agoté de escuchar y de leer taradeces.